Un buen homenaje a González Ledesma

Victoria González Torralba
 (Rosa Mora)
 No tengo opinión segura de las llamadas franquicias literarias. Sé que el Poirot resucitado por Sophie Hannah no me gustó; sé que Benjamin Black imitando a Raymond Chandler me gustó mucho más que sus propias historias del doctor Quirke; sé que la continuación de la saga Millenium de Stieg Larsson, a cargo de David Lagercrantz, me dejó un sabor agridulce; sé que siento un enorme interés por el Carvalho de Carlos Zanón y sé que me ha gustado Llámame Méndez, de Victoria González Torralba, la precuela de las 10 novelas que su padre, Francisco González Ledesma (1927-2015), escribió sobre su inspector de policía.
  Victoria González (Barcelona, 1966) ya hizo un notable trabajo en la última novela del escritor, Peores maneras de morir (2013). Ledesma la tenía casi lista cuando sufrió un ictus que le tuvo cuatro meses en el hospital. Fue él quien se empeñó en acabarla y fue ella quien le ayudó a ponerle el punto final.
  Llámame Méndez es una novela iniciática, de suspense y sobre Barcelona. Sitúa a un Ricardo Méndez de 17 años en el verano de 1945 en la ciudad derrotada, huérfano de padre (desapareció Durante la Guerra Civil) y de madre (murió en un bombardeo). En esos días bochornosos, su vida cambia radicalmente. El asesinato de una chica de quien está enamorado le muestra poco a poco una realidad desconocida, todo su mundo cambia y ni siquiera sus amigos parecen ser los mismos de antes. El chaval insolente y despreocupado se hace mayor.
  Uno de los aciertos de González Torralba es el contrapunto que crea entre dos hombres que son un referente para el muchacho. Raimundo, un ex maestro republicano, hombre de gran valor y fiel a sus principios, combatiente clandestino, con quien vive desde que sus padres murieron. Y el comisario Castañeda, un joseantoniano desencantado, ex combatiente de la División Azul, levemente crítico con Franco.
  De Raimundo aprende la antigua ética de la izquierda, el amor por libros. De Castañeda, los secretos de una investigación policial, a fumar y a beber. Méndez se debate entre ambos. Quiere y respeta a su tutor y siente que está traicionándole, pero el policía le fascina.
  Otro hallazgo es enmarcar la historia en el verano de 1945, muy poco después de la rendición de Alemania y del fin de la II Guerra Mundial, cuando aún se soñaba que los aliados rescatarían a España de la dictadura. Ese anhelo es palpable en el entorno de Raimundo y en los activistas que se mueven por  entre los puesto de libros del Mercat de Sant Antoni.
  González Torralba ha conseguido un Ledesma puro, o casi, en la línea de sus novelas y sobre todo de su libro autobiográfico, Historias de mis calles (2006).  Además, Llámame Méndez está muy documentada, empapada de la época. Como solía hacer el escritor, también introduce muchos temas e historias. La repercusión de la Exposición de 1929, la República, la Guerra Civil, la posguerra, el hambre (cuando se hacían tortillas sin huevos), la prostitución, la pornografía, el estraperlo… hasta la huelga de la Canadiense de 1919, un hito en la lucha obrera. Y, claro, las calles de Barcelona, desde la montaña de Montjuïc al Paralelo, el Barrio Chino o el Poble Sec, esas calles “de tanta actividad y poca moralidad” por las que le gusta vagabundear a Méndez.
  Sigue también las pautas de su padre en otros aspectos, como en el carácter del chico: a los 17 años el futuro policía ya está convencido de que una cosa es la justicia y otra la ley, y muestra tan poco respeto por las normas policiales como cuando es mayor. En lo que no le sigue es el en lenguaje sexista con el que a menudo nos torturaba el escritor.
  La novela está llena de guiños, regalos, para los lectores de González Ledesma. Un ejemplo: a Méndez le ilusiona conocer a un periodista de El correo catalán, y es precisamente en este rotativo donde Ledesma empezó a trabajar como periodista.
   Otro. En la Biblioteca Central (ahora de Catalunya) se encuentran Ledesma y su personaje. El joven Francisco le cuenta a Méndez que está escribiendo una novela sobre cómo era la ciudad antes de la guerra. Y este le responde que alguna vez habrá que mirar hacia adelante, que todo eso sólo son “sombras viejas”. Sombras viejas es título de la primera novela que escribió González Ledesma. Con ella ganó en 1948 el Premio Internacional de Novela. Fue prohibida por la censura y no pudo publicarse en España hasta 1977.
  El joven Méndez se lee con gusto y llena un hueco que dejó  el escritor. Es un estupendo homenaje a Francisco González Ledesma y a sus lectores. Nos deja intuir a una nueva voz narrativa. Todo indica que Victoria González Torralba está lista para escribir sus propias historias (y no digo que esta no lo sea). 

Llámame Méndez
Victoria González Torralba
Planeta
320 páginas. 19.50 euros

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